Entrevista con Andrea Bravo
ganadora del Premio labEmilia 2017 de Primera Infancia
Andrea Bravo es professora de Educación Básica chilena y autora del proyecto Cuentos en Jardín, uno de los destaques del Premio LabEmilia de la Primera Infancia.
Desde hace varios años se ha dedicado al fomento de la lectura. Trabaja en la Biblioteca Popular Los Almendros (Fondacio Chile) ubicada en la comuna de Huechuraba. La comunidad en la cual está inserta la biblioteca pertenece a un sector vulnerado, por eso buscam ofrecer un espacio acogedor e incluyente, que responda a las necesidades de los niños y sus familias a través de distintas actividades.
La lectura “es un factor de integración comunitaria y de calidad de vida, de identidad y cambio personal”. Por eso realizan diversas actividades de fomento lector, pues están seguros que el rol del mediador es esencial cuando las condiciones del hogar no facilitan la experiencia literaria.
También trabaja con la Fundación Había Una Vez asesorando a nueve escuelas rurales en el sur de Chile, con altos índices de vulnerabilidad, que forman parte de Leyendo en Red. La Fundación busca fomentar el gusto por la lectura implementado modernas bibliotecas escolares, formando a los mediadores y apoyando la integración en el proyecto educativo de cada escuela. Junto a ellos, asesora en la implementación de las bibliotecas de aula de PK a 8° básico.
Háblenos de lo proyecto “Cuentos en el Jardín”
Los niños durante la primera infancia son curiosos de lo que los rodea, en particular de la naturaleza, la que les gusta explorar y conocer. En la biblioteca nos damos cuenta que varios de los niños que nos vistan no salen a las plazas y menos fuera de la ciudad, por lo que su contacto con la naturaleza no es frecuente ni obvio. Por eso con Cuentos en el Jardín quise incorporar el mundo natural al espacio del cuentacuentos trayendo objetos tomados de la naturaleza y aprovechando una variedad de hermosos libros informativos que pudieran servir como ventanas para observar el mundo natural. La idea era ofrecer un espacio lúdico y de exploración con un hilo conductor que viniera del mundo natural (las aves, el otoño, el mar, …) y que llevara a los niños a viajar a otros lugares, no solo a través de los libros sino a través de sus sentidos (tocando plumas y piedras, escuchando cantos de aves o el sonido del mar,…). Comenzamos con un ciclo de cuentos sobre aves pues en el parque donde se ubica la biblioteca el canto de los loros en los árboles llama la atención de los niños que nos visitan. Durante cada sesión compartimos cantos, versos y cuentos en relación al tema, exploramos objetos naturales con nuestros sentidos y terminamos con un tiempo de lectura libre. Algunos niños siempre vuelven al rincón del cuento, donde están los personajes, y repiten una y otra vez la historia que acaban de escuchar. Para dar continuidad a la actividad, los libros compartidos en voz alta se van con los niños, por la semana, a sus biblioteca de Aula.
Hoy en día los libros pueden entregar información a través de imágenes, cuentos, poemas, acercando a los niños a un mundo que resulta muchas veces lejano de la vida urbana. Aunque no son un reemplazo, permiten mostrar y enriquecer el imaginario de los niños.
¿Cómo ve la lectura para niños en Chile?
En Chile los niños leen. Pero la mayoría de las veces esa lectura va asociada al plan de lectura mensual, como parte de la asignatura de lenguaje. Cada libro leído es evaluado. La lectura por placer personal pareciera que es un goce que solo algunos descubren. Lo niños lectores valoran cuando en la escuela reciben bibliotecas con libros interesantes y atractivos. Y más, cuando en esa biblioteca existe una bibliotecaria que los conoce, motiva y acerca a la lectura. Pero si la escuela no tiene una política de fomento lector, los niños menos lectores pueden no llegar nunca a encontrase con esos libros y esos bibliotecarios.
En nuestra biblioteca recibimos cada tarde a niños y niñas de diversas edades que no quieren saber nada con la lectura. Para ellos leer un libro es parte del mundo escolar. Es una tarea y se realiza por obligación. Al mismo tiempo nos damos cuenta que son lectores débiles, en cuanto a su nivel de lectura y de escritura. Ha sido un trabajo lento y continuo el ir generando instancias para motivarlos y acercarlos a los libros y a las historias que ellos relatan. Creemos que alguna de esas lecturas que compartimos puede llegar a hacer la diferencia y ser el trampolín para llevarlos a descubrirse como lectores.
¿Cuáles son, en su opinión, los principales desafíos para ampliar la lectura en la primera infancia?
En Chile vemos hoy preocupación por los temas de primera infancia a través de diversas instancias que se han ido implementando (políticas públicas, fondos del libro, bibliotecas de aula para los jardines de infantes , guaguatecas/bebetecas,…). En este contexto, creo que necesitamos ir formando a quienes trabajan directamente con los niños en los jardines infantiles en torno a su rol como mediadores de la lectura. Par mi esa formación implica descubrirse como lectores, explorar y disfrutar el mundo poético infantil y generar espacios que promueva experiencias literarias positivas.
Por otro lado creo que hay que promover la creación de espacios de encuentro de los niños con sus padres vinculados a la tradición oral (nanas, cantos, versos, retahílas,…) y la literatura infantil. Crear entornos que, a través de la poesía y el juego, fortalezcan el vínculo padre/madre-hijo y el desarrollo integral del niño. De forma insipiente vemos surgir algunas guaguatecas/bebetecas en las bibliotecas públicas que ofrecen una variedad de libros para la primera infancia junto con mediadores que realizan horas del cuento. Hay mucho por explorar y aprender.
¿Cómo fue su experiencia en el curso “La poética de la primera infancia”?
No siempre fue fácil, por los tiempos que hay que tomar prestados al trabajo cotidiano, pero siempre fue grato… Con muchas lectura interesantes y con espacios para comentar, compartir y conversar. Tengo la sensación que nos introdujimos en el mundo de la primera infancia desde distintas ventanas (canto, arte, medio natural, juego, …) y desde allí fuimos descubrimos qué rol ir adoptando nosotros como mediadores, observando y proponiendo espacios que estimulen la exploración y el encuentro con el arte y la poesía. Y en este recorrido, nos dimos permiso para mirar la infancia desde nuestra propia infancia.
Las lecturas y reflexiones entre pares fueron una invitación a mirar el trabajo que realizamos cada día en la Biblioteca y nos permitió, como equipo, replantear nuestros espacios y propuestas para los niños más pequeños. En lo personal, creo que el curso me sirvió para volver a iluminar algunos caminos perdidos. Iluminar, dando luz y color a nuestro trabajo como mediadores de lectura.
Agradezco a Yolanda, Stela, Raquel, Lucía y al equipo técnico por la calidad del curso que levantaron. Y a cada uno de los compañeros que compartieron sus experiencias dinamizando los espacios de discusión.